Ilustración: Susana Gaitán

Una novela difícil de definir: un caleidoscopio de experiencias y relaciones que se multiplican alrededor de un personaje, Miguel ¿González? ¿Pérez?, entre surrealista y kafkiano en sus circunstancias; entre amorfo y cínico en su carácter, que se ve repentinamente sumido en una lucha sorda por darse por enterado de todo, cuando los encuentros surrealistas con personajes que le tratan con la familiaridad de un delirio propio, comienzan a multiplicarse en su día a día, envolviéndole en una trama por la que se deja recoger y abandonar, sin oponer resistencia.

Estos encuentros no son amenazadores, ni siquiera molestos para la calma chicha de su rutina familiar, sin embargo Miguel no consigue llegar nunca al final de una cuerda floja hecha de sobreentendidos que rehuyen un destino concreto, y que con su naturalidad le encadenan al karma de mantener la impostura de saberse su propio papel en el que parece ser -todos los indicios así se lo indican-, su propio «libreto».

Una alegoría del encuentro imposible con nuestra propia cara oculta, abordada a través de un sentido del humor distante, que recuerda en numerosas ocasiones al Amanece que no es poco de Jose Luis Cuerda.